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ENTRE LINEAS

Es jueves y lo llevo mal

Es jueves y lo llevo mal El jueves es mi día de mala suerte. Lo tengo institucionalizado así y sé perfectamente que se debe a un trauma infantil. La suerte para mi es que no es un trauma infantil de esos que cuando eres mayor, es decir cuando tienes entre noventa y cien años, debes ir al psiquiatra para que te lo localice porque hay algo en tu mente que te atormenta. A esa edad siempre hay algo en tu mente que te aflige y tienes que acudir a sesiones de hipnotismo, largas y sobre todo costosas, para que el problema aflore. Mi trauma está perfectamente identificado y, cuando llegue a los cien años, no pasaré por el adiestrador de mentes para que me vaya al otro barrio sabiendo de dónde procede mi fobia por los jueves. Así que mis hereder@s pueden estar tranquil@s por que mi patrimonio no menguará, al menos, en esos menesteres.


La cosa arranca antes de que cumpliese los siete años. Más concretamente de antes de hacer la comunión. Los traumas infantiles siempre aparecen antes de hacer la comunión en el mundo católico que, presuntamente, es el mío. Supongo que en el Islam esos traumas aparecen antes de la primera peregrinación a la Meca o, antes de la primera meditación en la posición del loto en el budista. Lo cierto es que, por lo que a mi respecta, el trauma fondeó en la mente antes de que me diesen la primera hostia. Después de la primera hostia ya no hay más traumas supongo porque, de las que te dan, ya no tienes tiempo de ocuparte en tenerlos.


Pero vayamos a la cuestión. Al trauma de los jueves. Por aquél entonces estaba en el parvulario. Era un parvulario adyacente a una Iglesia, casi en sus sótanos. La "señorita" (en los parvularios de aquella época todo eran "señoritas" independientemente de su estado civil, edad o condición social) nos había encargado como deberes de ciencias naturales el estudio de la germinación de ciertas gramíneas; una lenteja, un garbanzo y una judia (habichuela). Para facilitar nuestra observación en el brote de las raíces, debíamos introducir las gramíneas en una recipiente de yogour de cristal (danone, por supuesto)que previamente habíamos rellenado totalmente con algodón. Situábamos las semillas entre el cristal del recipiente y el algodón, de tal manera que podíamos ver la evolución germinativa. Lo único, además de vigilar, que debíamos hacer, era regar convenientemente el algodón.


El experimento debía durar dos semanas al cabo de las cuales ya habrían brotado las raices y algunas ramitas que alojarían las futuras lentejas, judías y garbanzos. Al cabo de una semana, decían, ya debería empezarse a notar algún efecto en las semillas. Primero un abultamiento y luego la salida de las raíces. Así lo hice y me dispuse a regar diariamente el algodoncito. Los cuatro primeros días notaba que aquello se hinchaba. "Esto va bien" pensaba. "Me voy a llevar un 10. No ¡ una matrícula !". Y continuaba regando el algodoncito con esmero. Pero a partir del quinto día la cosa se estancó. A partir de ese día, la lenteja y la judía evolucionaron desde la hinchazón a una especie de "reventón" que liberó una viscosidad verde. El garbanzo también transmutó mal. Simplemente estalló al séptimo día. Ignorante de lo que pasaba decidí que el problema se debía a falta de agua. Y me puse a regar con generosidad el algodón que hacía las veces de tierra fértil. Nada. Al término de las dos semanas aquello parecía una pasta aguada de color marrón claro, mezcla de algodón y hebras verdes.





El castigo fue monumental. La "señorita", al ver aquél engendro de la agricultura, pensó que me estaba cachondeando de ella. De nada sirvieron mis explicaciones sobre el empeño puesto en el riego, ni mis apelaciones a la mala calidad de las gramíneas, de que seguramente me las habían vendido podridas. Terminé encerrado en una sala contigua a la clase que, en los tiempos de la guerra "in"civil, había servido como mazmorra. Allí permanecí durante toda la mañana. En aquella sala lúgrube y en penumbras. Sólo y asustado. En la pared pude distinguir un calendario antiguo. Un calendario que seguramente había servido para que los presos contasen los días que les quedaban para alcanzar la ansiada libertad. Al alba, un pelotón de fusilamiento habría sido la última cosa que viesen. O el cielo. Me detuve en el día de la semana que marcaba aquél calendario. Jueves. Desde entonces sé que no debo ahogar las esperanzas regándolas solo de palabras.

12 comentarios

sunshine -

buen blog

kaleidoscopio -

Es una buena idea... con lo que a mi me gusta acariciar... se me da muy natural eso. Además del tacto, todos mis sentidos creo que funcionan bien, bueno la vista me falla un mucho, pero lo compenso con el corazón.

E.L. -

Mientras todo lo que te pase sea agradable al tacto, gusto, olfato, vista y oido, ¡ bienvenido sea !. Y, para que eso sea así, no toques madera. Acaríciala ;-)

kaleidoscopica -

El jueves!! que cosas, me encantó, mi trauma... debe ser de igual modo de antes de la primera hostia, no soy superticiosa, pero cuando uso zapatos abiertos, algo malo me pasa, uyyyy, que cosaaaaa, hoy los traigo y es jueves... toquemos madera!!!
Besitos

Para Rosier -

Sobreviviré a la muerte. Te haré caso o, en su defecto, me haré un dios... :-)

Rosier -

No le dejes entrar...

para Mari"h"ose -

Para mi es el miércoles. Y es que soy un tramposo de nacimiento (entre otras cosas). A la semana le quito siempre el jueves... excepto festivos, claro ;-)

A PaquiLou -

Creo recordar que tengo alguna foto con mi bata de rayas negras y blancas (¿o eran azules?) anudada de cualquier modo a la cintura. Siempre me hacía un lío al desabrocharla. Cuanto más intentaba desligarme de ella, más se ataba a mi cuerpo... :-SS

para Rosier -

Lo mejor siempre está por llegar. Eso es lo que pienso cuando estoy optimista. Pero, de lo que si estoy seguro es que, lo peor, también está por llegar...

Mariose. -

El jueves es el del medio. A mí me gustan los jueves (hoy sin ir más lejos) porque se que mañana será: ¡¡¡¡Vierneeeeeees!!!
Sonreí con tus ingeniosas palabras. ¡Pobrecito!¡ay qué señoritas aquellas y qué tiempos! :-)
Gracias por enlazarme. Lo he celebrado haciendo lo mismo. Arriba ese brindi cargadito de sueños.

PaquiLou -

Me ha parecido entrañable imaginarte con 7 años, pero en cuánto a los traumas..y con todo mis respetos hacía tí..no me gusta hablar, más que nada porque si alguna vez los has sufrido, en esas edades o las olvidas con el paso de los años, o te dejan marcas imborrables..cómo yo afortunadamente no suelo vivir en el pasado, no contemplo en muchos detalles..en fin....es mi humilde opinión...
Un beso andalúz.

Rosier -

Final impactante y una sabia frase...
En cuanto a los jueves, piensa seguro que has tenido algún jueves interesante. Ese en el que has conseguido algo que hacía tiempo que perseguías... una charla con alguien interesante... una sonrisa de una persona agradeciéndote tu ayuda... un gesto de cariño hacia tu persona... un beso suave y dulce en la mejilla...
Tira atrás en tu recuerdo a buen seguro encuentras algo, o quizás es probable que esté por llegar ;-D